sábado, 8 de octubre de 2011

El amor es perfecto por su perfecta imperfección

Que tonta fui enamorándome de ti. Necesitándote cada día, esperando cada sábado con desesperación para tan solo poder verte cuatro horas o a veces ni eso. Imaginándome un futuro que nos pertenecía que sería nuestro durante mucho tiempo. Deseando que no fuera yo la única que sentía todo eso, sino que fuera algo que ambos compartíamos. Pero me equivoqué. El amor me cegó y de poco me sirvió. Tan solo sentí dolor. Y cuando parecía que volvía a ser feliz, de nuevo estabas ahí. No sabía que decir. Los recuerdos se agolpaban en mi mente y de nuevo, en la trampa caí.

No hay comentarios:

Publicar un comentario