viernes, 10 de abril de 2015


Los Lunes que te debo

Querida nadie,

a estas alturas de mi vida
imagino que nunca llegarás.

Alguien me dijo una vez,
que conformarse es dormir con el fracaso.
A día de hoy tendría de respuesta,
que agarrarse a una esperanza
es abrazar a la mentira
y solo si eres capaz de soltarla
puedes contemplar la realidad.

Confieso que  a veces ha sido culpa mía,
que en mis ganas de que aparecieras,
te he confundido en otros rostros,
incluso he amado a otras como si fueras tú,
agarrado a un para siempre
que ha parpadeado
cada vez con más fuerza
hasta la oscuridad infinita
de un nunca eterno.

Pero aún así,
deberías saber que lo he intentado,
con la excusa de un flechazo,
he perseguido a mujeres por la calle,
como un voyeur recién salido de prisión,
he pagado copas a rubias de bote,
escrito poemas a morenas de playa,
 besado a casadas por si dijiste que si
en un ataque confuso
 de un sueño de infancia,
donde el blanco de un vestido
podía devorar los grises de la vida.

Y he regalado flores y bombones,
anotado en un círculo fechas importantes,
enumerado estrellas agarrado de una mano,
visto figuras absurdas donde solo había nubes,
esperado trenes que pasaban de largo,
aviones con pánico a la puntualidad,
seguidos caminos con el único deseo
de que no acabaran en profundos precipicios.

Querida nadie,
no imaginas cuantas noches
he ideado un encuentro fortuito,
cuantas mañanas te he buscado
a la derecha del colchón,
cuantas resacas tengo incrustadas en el hígado,
cuantos insomnios de no hallar bien la postura,
cuantos espermatozoides confundidos
por ir en dirección contraria a tu verdadera existencia.

He hecho montones de promesas
que solo podría haber cumplido contigo.
Y he cometido demasiados errores,
te he llamado en otros nombres,
ha girado todo mi  mundo alrededor de otra cintura,
he llorado otras ausencias,
ganado la paz en en otras bocas,
perdido la guerra en otros muslos.

Incluso a veces querida nadie,
he dejado de echarte de menos
y he sido feliz sin ti.
Diciéndole a otras mujeres
el tiempo que llevaba esperándolas
como si por fin tú querida nadie
hubieras llegado a mi brazos.

Ahora estoy seguro que nunca fue así,
que no hemos sido capaces de encontrarnos,
que yo estoy solo y tú tal vez
con el hombre equivocado.

Y si vienes,
si alguna vez apareces en mis días
con esa seguridad entre los labios
del por fin y el para siempre,
tristemente querida nadie
a estas alturas de mi vida,
ya ni siquiera me queda amor
para creerte.



Se me hace muy raro pensarte y saber que mañana cuando despierte, sólo serás un par de estrofas en este cuaderno

Oye, quiero decirte una cosa, y no quiero que te lo tomes a mal, ¿vale?
Es que llevo demasiado tiempo guardándomelo y creo que ya era hora de decirlo.
Verás, escucha.
Me gustaría encontrarte en una noche de lluvia con un piano de fondo.
Ojalá te acercases y me dijeras que nos hemos estado esperando mucho tiempo y ninguno lo sabía hasta ahora.
Después, me invitarías a un café y hablaríamos sobre todo y sobre nada. 
Sobre las guerras del mundo y de nuestros silencios. 
Cuando acabásemos, te ofrecerías a acompañarme a casa o yo a ti.
Y acabaríamos mojándonos. En la calle o en la cama, no importa.
No habría cigarro de después porque sabes que odio el humo en casa, pero, ¿sabes qué? Habría tostadas y café.
Y toda una vida por delante.

En realidad, esto no es un poema. 
En tal caso, una forma de decirte, que en este reloj que me cuenta los latidos que me quedan, sólo me gustaría encontrarte. Encontrarte y pasar una vida entera junto a ti.
Porque sin ser tú, cuando nos conozcamos, pasarás a ser parte de mí.
Y haremos bailar a las gotas que caen sobre nuestras mejillas al son de cada una de las notas de ese piano.
Cantaremos a la Luna que no habrá una noche igual, ya que aunque no lo supiésemos, llevábamos toda la vida deseando que llegará este día.
Bueno, o más bien, esta noche, no sé.
Se me hace muy raro pensarte y saber que mañana cuando despierte, sólo serás un par de estrofas en este cuaderno.
Pero no me importa, ¿sabes?
Porque sé que algún día aparecerás.
Y sé que estás deseando llegar y decirme lo mucho que me has echado de menos. 
Sé que cuando me veas, me abrazarás con tanta fuerza, que no habrá ni un tú, ni un yo, ni siquiera un nosotros.
Porque no hay término que defina lo que juntos sentiremos. 
Te quiero.