sábado, 26 de enero de 2013

Para correr, antes hay que aprender a caminar.

-¿Es triste, verdad?
-¿El qué?
-Otro día más que se acaba, un nuevo fin, la llegada de la noche y la despedida de la luz del sol. No me gustan los atardeceres, me recuerdan que aunque no queramos, las cosas sea por un motivo o por otro, acaban. Sin más, sin que podamos hacer nada por detenerlas, simplemente, un día cualquiera, nos abandonan. Y tan sólo nos queda resignarnos. A veces, resulta inútil luchar por algo que sabes que tarde o temprano te dejará, sin despedirse, sin un último beso, ni un último adiós. El tiempo se escapa, como una caricia, tan leve y rápida que cuando nos damos cuenta y la sentimos, ya ha pasado. Y tan sólo desearíamos volver al instante anterior para poder revivirlo. No me gustan los atardeceres, porque no estás tú para verlos conmigo. Porque no estás para protegerme del frío ni de la oscuridad de la noche. Porque...
-Para. 
No puedo mirarle a los ojos, si lo hago sé que romperé a llorar. Fijo la vista en las olas que rompen en las rocas de la costa mientras hundo los dedos en la arena fría. 
-Mírame -me coge la barbilla con su mano y me obliga a mirarle a los ojos. Noto cómo se me empieza a nublar la vista y la respiración se me entrecorta. La primera lágrima empieza a rodar por mi mejilla. Cierro los ojos para no dejar que ninguna más escape. Él la atrapa antes de que llegue al labio. Me aparta el pelo de la cara con el índice y me lo coloca detrás de la oreja.- Puede que los días se acaben, y que con ellos llegue la noche. Pero si la noche no llegara, nunca veríamos las estrellas. Ni la preciosa luna. Nunca estarás sola, ¿me oyes? No permitiré que el frío te invada ni que la noche te estremezca. ¿Y sabes por qué? Porque mi corazón te pertenece. Porque soy tuyo y tú eres mía. Porque pienso quererte cada día de mi vida. No tienes motivos por los que llorar pequeña. Nos encontramos. Llámalo destino, azar, o casualidad, llámalo como quieras, pero dime, ¿ese no es un motivo de lo más hermoso para sonreír? El que pase lo que pase, aunque nos encontremos frente a dificultades, ¿nos tengamos el uno al otro? Así que cuando veas de nuevo un atardecer, no dejes que la tristeza te venza. Tan sólo piensa en que un atardecer sólo significa que estamos a un día más cerca el uno del otro. 

Trato de reprimir la ridícula sonrisa que amenaza con dividir mi cara en dos.

¿Es el amor un arte? 
En cuyo caso requiere conocimiento y esfuerzo.
¿O es el amor una sensación placentera cuya experiencia es cuestión de azar,
algo con lo que uno "tropieza" si tiene suerte?