domingo, 16 de noviembre de 2014

Triste canción de amor

Tan valiente y tan cobarde mi canción,
que siempre llega tarde para pedirte perdón.
Con esta pobre y vana pretensión
de pagarte con palabras las deudas del corazón.
¿Oíste?
Te vengo a devolver lo que me diste,
todo lo que hiciste por este corazón gris que, viste
te quiere regalar un verso triste
una canción de amor para el amor que ya no existe.
Mejor dejémoslo en empate,
el amor se fue y ninguno pagó su rescate.
¿Lo malo?
Lo malo es la nostalgia y su debate
el corazón ya va mejor sólo me duele cuando late.
¿Y ahora?
Todo lo que tengo es un papel,
y el eco de tus besos resonándome en mi piel.
Ya perdí mi primavera si el orgullo,
por buscar en otros ojos la luz que tienen los tuyos.
Culpable de mis pecados lo confieso,
¿qué le voy a hacer?
Siempre me vendo por un beso.
Tantas palabras,
y crueles cicatrices,
y al final lo que más duele es el te quiero que no dices.
Te recuerdo despacito y sin ayuda,
con el frío de tu cuerpo cuando suda,
siempre nos quedará una luna muda,
y el frío escalofrío de los versos de Neruda.
Ante tus ojos de jazmín deja que brinde,
por el amor y su botín cuando al fin se rinde.
Créeme cuando te digo 
que quiero que seas feliz
aunque no sea conmigo.

Repost: En un mundo de grises

El otro día una chica me recordó a ti. También llevaba medias rotas, una falda corta, un jersey de esos que parecen cosidos a mano. También tenía la sonrisa curiosa. Se tapaba la boca si reía y yo, que me quedaba mirándola fijamente, pensaba en aquellas personas que iban a perderse aquel instante. Sus ojos eran verdes, pequeños, parecían, más que la ventana a cualquier sitio, un secreto callado a voces. Debía llamarse Eva, porque después de ella, jurarías no haber conocido a ninguna mujer antes. Quise tocarla, alargar mi mano hasta su boca, deslizar mis dedos por sus labios, repasar la silueta de su cuerpo, saber si era uno de esos sueños que se cumplen. Me recordaba a ti en todo, excepto que ella no me dolía como tú te fuiste. He odiado la soledad como si fuese el único hijo que tuvimos de aquel matrimonio que se nos hizo pedazos. ¿Puedes entenderlo?, que ahora todo es más difícil. Ya no creo tanto porque creer es arriesgarse a crear dioses que terminen rezándoles a otros. Tú le rezabas a un tal Eduardo, que tenía los pómulos de un modelo de ropa interior y, decías, cuando te hablaba te daban ganas de bailar aquella música. No puedo competir como si el amor fuese el deporte más cruel del mundo. Aprendimos tarde que cuando dos juegan con los sentimientos, al final uno de ellos acaba con el corazón por los suelos. Y en ese caso perder es perderse por completo. Y luego lo bonito ya no lo es tanto, y la poesía sale a trompicones, y si besas lo haces con esa urgencia que da miedo. No sé cuál es el siguiente capítulo. A veces leo esta historia como asomándome a un precipicio al que, por tristes circunstancias, le puse tu nombre.

sábado, 15 de noviembre de 2014

Cuando deje de llover

Otro día más. Llueve. Y mi alma hace tiempo que dejó de resplandecer. Bajo el manto de la tristeza mi corazón se escondió preguntándose cuándo te marchaste y dejaste de quererle.
Y mientras llueve, un paraguas cubre mis ojos, que cansados de llorar no lo logran soportar y se humedecen una vez más.
El viento sopla, y con él se van nuestras memorias. Todo cuanto conocía aquí, escuece, y esta lluvia parece alcohol que ayuda a que la herida aumente.
El corazón no sé si late. Hace tiempo que lo dejé de escuchar, de por él dejarme guiar. Y es que cuando está roto en mil pedazos, ¿qué más puedes esperar?
Y no lo negaré, es cierto, aún te echo de menos, me cuesta admitirlo pero es la verdad, tu amor no resulta fácil de olvidar.