jueves, 12 de enero de 2012

Ya no caeré

Me soltaste. Me dejaste tirada cual lata usada. Y luego volviste diciendo que me necesitabas. ¿A qué vino eso después de tanto tiempo? Yo también te necesité, durante lo que parece ser demasiado tiempo. Un tiempo precioso que perdí lamentándome por tu marcha. Mis manos eran fuertes, pero mis rodillas fueron demasiado débiles. Muchos días estuve allí, en medio de un camino por el que yo no tenía ganas ni razones por las que avanzar, por las que pasar página. Tan solo esperaba que vinieras y me levantarás. Todo el tiempo me preguntaba si pensarías en mí algún momento. Si te cuestionarías si hiciste bien dejándome ahí en el suelo. Pero hubo un día en el que mis manos ayudaron a mis rodillas a levantarse. No fue fácil, pero lo conseguí. Y me di cuenta de que tú nunca me amaste. Tan solo mentiste y jugaste. Así que me puse en pie con la cabeza alta y la mirada fija en el horizonte. Te había enterrado en el fondo de mi corazón. Empecé a andar sabiendo que cada mañana sale de nuevo el sol. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario