Lloraste con tu corazón y abrazaste tus labios.
Viste a través de tus ojos la tristeza que hubo en los míos,
y a pesar de ello contuviste las lágrimas.
Permanecí en tu mente,
y acariciaste mi mejilla.
Perdiste el orgullo,
y te uniste a la batalla.
No te quedó más remedio,
sin quererlo,
te diste cuenta de que me echabas de menos.
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