sábado, 7 de julio de 2012

Con esta pobre y vana pretensión de pagarte con palabras las deudas del corazón

Y después de tanto tiempo solo nos queda el hueco del silencio, las miradas vacías, el amor que se marchita. En nuestras mejillas se encontraron dos pobres besos que ansiosos de recuerdos, buscaban el deseo que ya no habitaba en ellos. Una mirada, un simple reflejo de todo con lo que yo ayer soñaba pero de lo que hoy ya no queda nada.
-¿Qué tal?- Hasta parece contento de cumplir con esa vana pregunta.
-Pues supongo que no me puedo quejar, la vida me sonríe, y a ti, ¿cómo te va?
Me dejo hundir en el recuerdo, vuelvo a estar entre la arena y a sentir esos besos con sabor a sal que aún noto cómo me marean y su mano agarrando mi nuca y sus labios recorriendo mi cuello. El cielo cubierto de estrellas, presenciaba como silencioso testigo, atento a nuestro pequeño juego, la manera en que él me cubría los ojos y me susurraba al oído:
-¿Dónde has estado todo este tiempo princesa?
Él y su camisa blanca. Él y su manera de quitarle a importancia a las cosas, de fijarse solo en los pequeños detalles.
-Te he echado de menos... ¿Y tú... Has pensado en mí?
Era entonces cuando nos dejábamos llevar, sintiéndonos dueños de tierra y mar. Libres, sin nada en lo que pensar, un beso, otro y luego algo más.
(¡Pero Sofía!¿Qué haces?)
-Te quiero...-Susurró.
(¡Para!)
-...y te querré siempre, ¿me oyes?...
(¡Basta ya!)
-...Te lo prometo...

Y veo cómo se aleja, ¿se ha cortado el pelo?, le sienta bien. Le noto aires nuevos, ha cambiado ya no es el mismo eso es. Ahora sonríe, se le ve feliz...¿qué lleva a la espalda? Es una rosa. Una rosa roja. Mi favorita. ¿Será para mí? Sofía qué dices...¿cómo va a ser para ti? Obviamente no es para ti, y se besan y le acaricia la mejilla. Le entrega la rosa, ella le da un beso en la mejilla y se alejan de la mano... Eso es, cual locos enamorados.

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