domingo, 11 de marzo de 2012

¿Cara o cruz?

-Qué me dices, ¿cara o cruz? Cara me quedo, y cruz, me voy.
-¿De verdad lo preguntas? Cara.
Cogió la moneda y con un hábil movimiento de dedos la lanzó hasta el punto en el que la perdí de vista. El destino había iniciado la partida, todo mi mundo cambiaría en un momento, todo lo que habíamos vivido, todo lo que había soñado y que pensaba que con él sucedería se estremecía en un abismo a una velocidad muchísimo más veloz del ritmo al que surge el sol entre las montañas. Sabía que era él, mi alma gemela. Que si le perdía, no me lo podría perdonar, y de todas formas ahí seguía yo, con la mirada perdida buscando una moneda en el aire que llevaba mi destino escrito en una de sus caras.
De repente un tintineó me devolvió a la realidad y bajé la vista al suelo, allí estaba la decisión de mi sino, flexioné las rodillas, cogí la moneda y alcé la cabeza, allí estaba él con su sonrisa reluciente, la cual era capaz de vencer a viento y marea, con la que tantas veces había pasado buenos momentos, animándome a alzar esa moneda, a que fuera valiente. Mis ojos se dirigieron hacia la moneda que se encontraba en el centro de la palma de mi mano, una lágrima empezó a deslizarse por mi mejilla. Cruz.
-¡No puedes pretender elegir si te quedas o te vas con una simple apuesta a cara o cruz! -dije sollozando- ¡No es justo!
Cerré el puño con fuerza, los bordes de la moneda se marcaron en mi mano, como queriendo hacerme saber que seguía allí. Él asintió, acercó su mano a mi mejilla y con un dedo apartó aquella lágrima olvidada de mi rostro, alzó mi barbilla y me sonrió, fue entonces él quien me abrió mi puño, miró la moneda, y le dio la vuelta. Cara.
-Nunca me hizo falta echarlo a suertes para saber dónde quiero estar, que es contigo amor.
Le abracé y sonreí como nunca con la certeza de que esta vez el destino no había obtenido su aclamada recompensa y de que el amor, no siempre, pero a veces, triunfa sobre cualquier obstáculo.

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